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     "Después de un largo silencio, el joven exclamó, como si no hubiera escuchado una palabra de su servidor:

     -Iñigo, tú, que eres viejo; tú, que conoces todas las guaridas del Moncayo, dime ¿has encontrado por acaso una mujer que vive entre sus rocas?
 

     -¡Una mujer! -exclamó el montero con asombro.
 

     -Sí -dijo el joven-; es una cosa extraña lo que me sucede, muy extraña... Creí poder aguantar ese secreto eternamente, pero no es ya posible. Voy, pues, a revelártelo..."

Gustavo Adolfo Bécquer

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